En un clima de
cordialidad e interés se desarrolló el
último Encuentro de esta primera mitad del año en la Asociación de Ex alumnos del CNBA. Nuestro invitado fue Hernán Firpo, autor de tres novelas
digitales, dos de las cuales ya pasaron al canon del papel: "Escupir"
y "Todo lo que maté".
¿Por qué y para
qué escribe un escritor? Acaso Firpo nunca se haya planteado su quehacer en
términos de cuál es su poética. Sin embargo, indudablemente posee una, potente
y personal. Firpo desconfía de la historia. "Cuando empieza a fluir, yo me
corro", dice, refiriéndose a la trama mínima de "Todo lo que
maté". En cambio, busca una escritura donde dejar una marca, en la que
haya algo propio, el registro de un viaje interior. Y es esa misma escritura,
catártica, fragmentaria, no domesticada ni clasificable en géneros, la que
privilegia a la hora de leer. "Ya pasó Chandler, ya pasó la rubia
seductora del policial, todo eso lo absorbió el cine" afirma.
Escucharlo es
asistir a un desfile de opiniones y críticas enhebradas en un recorrido ágil y
exhaustivo de nombres y tendencias, editoriales y títulos de escritores
insospechados o inhallables; es, también, conocer a un lector de fuste. Firpo
va en una dirección, salta de un tema a otro, suma digresiones, vuelve a la
anécdota del principio. Nos deja la imagen de un hombre escribiendo en el medio
de la casa, en un lugar por el que mujer e hijos pasan de los cuartos a la
cocina, apenas protegido de la intemperie de las obligaciones cotidianas por el
humo de un cigarrillo. Pero lo que más se agradece es que, al mismo tiempo que
piensa y escribe, este autor nos devuelve la oportunidad de otra mirada. Una
mirada lúcida, lúdica, que desarma la escena de certezas y permite ver las
cosas distintas de lo que parecen. Que nos incita a preguntarnos si amoldarnos
o no a la habitual impostura con que se presentan, reverenciar sus máscaras o
tolerar los desbordes de multitudes de egos.