Para
qué escribir, se pregunta un personaje del libro Un detalle trivial.
Y si bien esa pregunta puede ser una sentencia que clausura la posibilidad de
escritura, es decir, que no se escribe porque ya está todo escrito, el lector
de este libro encontrará otra respuesta, primero, en los autores que se citan
(Proust, Duras), autores admirados por la autora, María José Eyras. Y, después,
en la temática desplegada, en la búsqueda de los personajes. En sus tramas. Se
escribe, entre otras cosas, para recuperar un mundo perdido (esa infancia de
pueblo, Dolores, la familia); se escribe para devolver al presente ese “rincón
del paraíso”; se escribe para viajar otra vez; se escribe porque nunca se
puede – aunque ya todo esté escrito, como dice la famosa sentencia de
Macedonio Fernández – dejar de imaginar esas historias que, como imagina la
madre en el relato "Fénix", nos renuevan, nos vitalizan.
María
José Eyras con una escritura sutil y atenta a los entornos, a las necesidades
de los personajes, a los detalles que aunque parezcan triviales son
decisivos, crea, a veces desde la nostalgia, otras veces desde la ternura, un
mundo narrativo propio.
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