¡Cuenta regresiva! ¡Qué nervios! Cuánta expectativa, preguntas, fantasías, fantasmas, alegría, suspiros, temblores. Es difícil perdonarme publicar (¡qué tupé!), haberme demorado en hacerlo, haber escrito. ¡Uf con el súper súper yo que me habita! ¡Vade retro! Aquí, la invitación:
miércoles, 23 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Se acerca la publicación de Un Detalle Trivial
En noviembre sale a la calle mi primer libro de cuentos. Apostó por él Editorial Alción. Emocionada y nerviosa. Aquí, unas palabras que agradezco de corazón a Hernán Ronsino.
Para
qué escribir, se pregunta un personaje del libro Un detalle trivial.
Y si bien esa pregunta puede ser una sentencia que clausura la posibilidad de
escritura, es decir, que no se escribe porque ya está todo escrito, el lector
de este libro encontrará otra respuesta, primero, en los autores que se citan
(Proust, Duras), autores admirados por la autora, María José Eyras. Y, después,
en la temática desplegada, en la búsqueda de los personajes. En sus tramas. Se
escribe, entre otras cosas, para recuperar un mundo perdido (esa infancia de
pueblo, Dolores, la familia); se escribe para devolver al presente ese “rincón
del paraíso”; se escribe para viajar otra vez; se escribe porque nunca se
puede – aunque ya todo esté escrito, como dice la famosa sentencia de
Macedonio Fernández – dejar de imaginar esas historias que, como imagina la
madre en el relato "Fénix", nos renuevan, nos vitalizan.
María
José Eyras con una escritura sutil y atenta a los entornos, a las necesidades
de los personajes, a los detalles que aunque parezcan triviales son
decisivos, crea, a veces desde la nostalgia, otras veces desde la ternura, un
mundo narrativo propio.
martes, 15 de octubre de 2013
Encuentro con Martín Kohan
El jueves 10, en la Asociación de Ex
Alumnos del Nacional Buenos Aires, en un clima cordial y de buen humor, el
autor de Ciencias Morales, premio
Herralde de novela 2007, visitó nuestro taller. Nos habló del proceso de escritura,
de la relación del escritor con sus textos, de los escritores que escriben sin
saber a dónde van, en un proceso de indagación donde maduran las ideas, o de
los que, como él, preveen todo lo posible in
mente antes de comenzar una ficción.
Señaló,
entre sus rituales a la hora de escribir, la escritura a mano. El placer
corporal del trazo, del dibujar las letras, sumado al disfrute de componer
tramas y personajes. Esta idea lo remitió a El
discurso vacío, de Mario Levrero –donde el personaje se propone simplemente
practicar caligrafía– y también a Barthes, cuando señala que uno abraza lo que
escribe en el gesto de volcarse sobre el papel, lo puede tocar. Mi escritura es
más vale barroca, no despojada, dijo. Cuando releo tengo la sensación de falta
y en general, agrego más que suprimo. Lo tachado, en el manuscrito, queda, no
desaparece como en el texto de la computadora. Y lo que se añade se visualiza,
hay una sensación de agregado.
Coincidió
con el grupo en la importancia del tiempo al escribir a mano. “La temporalidad es decisiva. A mí,
lo que me importa es el ritmo, no sólo de la narración en general, el ritmo de
la frase en particular. La máquina va muy rápido. En cambio el ritmo mental de
la frase y el ritmo de la escritura, van juntos.”
También escuchó con atención y
contestó con generosidad cada uno de los comentarios de los lectores en torno a
las novelas analizadas en encuentros anteriores: La pérdida de Laura, su primera ficción larga y Ciencias Morales, la séptima. En un
recorrido que pasó por Buenos Aires, Mar del Plata y se extendió hasta
Valdivia, se refirió a Bahía Blanca y las razones por las que
encontró la ciudad homónima atractiva
desde el punto de vista literario,
Por fin, leyó para el grupo su texto
“El fútbol y yo”[1]. Y
aunque se trata de un relato que rezuma amor por los colores de Boca, culminó
con la ovación espontánea de todos los presentes, sin distinción de camisetas.
Fue en el marco del 9º Encuentro de
Lectura 2013. Hubo risas, firma de ejemplares, camaradería. En las fotos, el
clima de este Encuentro que no olvidaremos. Gracias, Martín, por haber aceptado
nuestra invitación, gracias por tu apasionamiento y entrega.
[1]
Publicado en la serie “Mundos íntimos” de la revista Ñ, bajo el título: “La
pesadilla atroz de que tu hijo sea de Boca”