Otra primavera, para esta fecha, se publicó mi primer libro, "La maternidad sin máscaras". Aquí, un fragmento de la introducción.
Nace un niño, pero nos olvidamos
completamente de una cosa: en el
momento en que nace el niño, tam-
bién nace la madre, ésta no existía
antes.
¿Y
el jardín de rosas?
El deseo de
escribir este libro nació de mis propias dificultades frente a la maternidad y de la percepción de
conflictos similares en otras madres. Como toda elección, la de ser madre
implicaba renuncias y yo no había imaginado hasta qué punto esa experiencia
transformaría mi vida.
Un día me encontré con el primer bebé en brazos, sin
entrenamiento previo y con escaso o ningún apoyo externo. Tenía una hermosa
hija y de verdad me sentía feliz de tenerla. Sin embargo, la angustia,
el miedo, las contradicciones, el cansancio, el hartazgo a veces hasta los
bordes de la desesperación, no eran menos reales que la plenitud y la alegría.
La maternidad tenía un lado oculto, ése que las madres nos comunicamos en
silencio cruzando una mirada cómplice, el que se revela en el clásico
comentario de las primerizas: “¡Cómo te cambia la vida!”
Mientras criaba a mis tres
hijos, comprobé que bastaba mencionar alguna de estas emociones conflictivas,
ya fuera a una amiga con quien conversaba en un café, a una madre esperando en
la puerta de la escuela o cuidando a su prole en la plaza, para despertar una
necesidad latente. Detrás de cada mujer –por fuera pura sonrisa y seguridad–,
había alguien que, de pronto, se ponía a contarme sus propias angustias. Y
en mi caso particular, si bien la llegada del segundo y del tercer hijo no
volvieron a sorprenderme de la misma manera, la maternidad continuaba
planteándome desafíos.
Primero había sido el impacto emocional de dar vida,
el contacto con el mundo médico, la sensación de estar muy sola con mis bebés;
después vinieron las ambivalencias a la hora de repartir energías entre los
hijos y el trabajo, el espacio de la pareja y sus conflictos limítrofes con la
vida familiar, el tiempo fragmentado y la añoranza de la libertad. [.....]
En algunos capítulos, a la
historia personal sumé testimonios de madres que aceptaron que las entrevistara
con motivo del libro; en otros incorporé anécdotas espontáneas que fui
recolectando a lo largo de la crianza. En todos los casos procuré cambiar
nombres y detalles que pudieran delatar la identidad de sus protagonistas.
A la vuelta de los años, mis
hijos son uno de los pilares de mi felicidad. Pero me hubiera gustado llegar
más madura y preparada a la instancia de dedicación que requiere la familia.
Por eso decidí describir, desde el punto de vista de una madre, los conflictos
que atravesé, no muy distintos de los que pueden presentársele a cualquier
mujer con aspiraciones propias. Y porque creo que la maternidad, todavía
idealizada, continúa siendo concebida como un estado de gracia, de completa
felicidad al estilo de los cuentos de hadas. Aunque tener hijos sea una
experiencia vital extraordinaria, quizá la más plena de todas, también presenta
aristas de las que poco se habla. Y las dificultades de la mujer, soslayadas o
desatendidas, corren el riesgo de trasladarse a los hijos o a la pareja, e
incluso provocar trastornos en el clima familiar o desencuentros que culminan
en rupturas no deseadas.
Ojalá estas páginas alienten la posibilidad de
repensar y desentrañar algunas situaciones complejas que implica el desafío de
ser madre. Y así, desde una perspectiva realista, desde la toma de conciencia y
la aceptación, transitar en mejores condiciones la propia maternidad, sin duda,
una experiencia luminosa.
María José Eyras
Buenos Aires, enero de 2008
Es un libro maravilloso! Felicitaciones!
ResponderEliminarAle Casañas